Certezas, lenguaje y salud mental: cuando dudar se vuelve imposible
- Soporte Trazzo
- 28 mar
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Alguien te dice seriamente: "No estoy seguro de tener un cuerpo". Suena absurdo, ¿verdad? No sabrías ni cómo responder. Este tipo de afirmación, según el filósofo Ludwig Wittgenstein, ni siquiera entra en el juego del lenguaje que usamos a diario. Es decir, hay ciertas creencias tan fundamentales en nuestra forma de hablar y actuar que no pueden ser puestas en duda sin que todo nuestro mundo se tambalee.
1. Qué son las certezas y por qué no se pueden dudar
Para Wittgenstein, no todas las creencias se pueden tratar igual. Hay algunas, como "esta es mi mano" o "yo tengo un cuerpo", que simplemente no se pueden cuestionar sin destruir nuestra capacidad de hablar con sentido. Estas certezas no se fundamentan en pruebas, sino que son el punto de partida de cualquier investigación o duda.
George Edward Moore, otro filósofo, pensaba que estas certezas eran conocimiento seguro aunque no se pudieran demostrar. Por ejemplo, al decir "aquí hay una mano" mientras la levantaba, creía estar probando que el mundo externo existe. Pero Wittgenstein lo criticó: no se trata de conocimiento demostrable, sino de algo que simplemente "mantiene en pie" nuestro lenguaje.
2. Juegos de lenguaje y formas de vida
El concepto de "juego de lenguaje" se refiere a la idea de que hablar es seguir ciertas reglas compartidas por una comunidad. Estas reglas no siempre están dichas de forma explícita, pero son necesarias para que la comunicación funcione. Por ejemplo, si alguien duda de tener cuerpo, no está simplemente equivocado: está fuera del juego. No podemos seguir hablando con esa persona como si nada.
Esto está ligado a la "forma de vida", una expresión que Wittgenstein usa para decir que el lenguaje está conectado con nuestras costumbres, actividades y formas de vivir. Las certezas, entonces, son como las reglas básicas del juego que todos jugamos al hablar.
3. Certezas, errores y enfermedad mental
Cuando alguien comete un error, como confundir una fecha, podemos explicarlo. Pero si alguien dice cosas como "yo estoy muerto" o "mis pensamientos no son míos", ya no lo tratamos como un error común. Comenzamos a pensar que esa persona tiene un problema de salud mental.
Síndrome de Cotard
El síndrome de Cotard, también conocido como delirio de Cotard o delirio nihilista, es un trastorno neuropsiquiátrico caracterizado por la creencia delirante de estar muerto, no existir o haber perdido órganos internos, sangre o partes del cuerpo. Los pacientes con este síndrome pueden experimentar:
- Delirios nihilistas: Creer que están muertos o que no existen
- Depresión severa: Tristeza persistente, falta de interés en actividades
- Ansiedad y paranoia: Temor al entorno o a las personas que los rodean
- Autodescuido: Negarse a comer, mantener la higiene personal o buscar atención médica
Las causas del síndrome de Cotard no están completamente comprendidas, pero se cree que están relacionadas con anomalías en las regiones cerebrales responsables de la regulación de las emociones y la autoconciencia.
Este es el punto: las creencias que van contra las certezas básicas (como tener un cuerpo, ser el autor de tus pensamientos, estar vivo) no se consideran dudas lógicas, sino signos de patología. Ejemplos clásicos incluyen el delirio de Cotard (creer estar muerto) o la inserción de pensamientos (pensar que alguien está poniendo ideas en tu mente).
Inserción de pensamientos
La inserción de pensamientos es un síntoma típico de los trastornos psicóticos, particularmente de la esquizofrenia. Se caracteriza por:
- La convicción de que hay ideas en la mente del individuo que no le pertenecen
- La creencia de que estas ideas han sido insertadas por un agente externo
- La percepción de que estos pensamientos son ajenos y no forman parte de la propia experiencia mental
Este fenómeno se considera un trastorno de la conciencia de la autonomía del yo. Las personas que lo experimentan pueden sentir que ciertos pensamientos han sido introducidos en su mente por una entidad ajena.
Aunque la causa exacta no está clara, algunas hipótesis sugieren que podría estar relacionada con:
- Falta de integración de la consciencia y experiencias internas incoherentes
- Problemas en el procesamiento de la información contextual
- Alteraciones en la actividad de ciertas redes neuronales, incluyendo áreas relacionadas con el lenguaje, el movimiento y la percepción del propio ser
Ambos trastornos representan alteraciones en la percepción de la realidad y la identidad personal, y requieren atención y tratamiento psiquiátrico especializado.
4. Ejemplos clásicos: cuando el cuerpo se vuelve ajeno
El neurólogo Oliver Sacks contó la historia de Christine, una mujer que perdió el sentido de la propiocepción (la capacidad de sentir su propio cuerpo). Aunque podía moverse, sentía que su cuerpo no era suyo. Decía que estaba "ciega y sorda" respecto a sí misma. Aunque su caso tenía una causa neurológica, su experiencia muestra lo que ocurre cuando se pierde una certeza básica: se sale del juego del lenguaje compartido. En palabras de Wittgenstein, Christine ya no podía decir "aquí hay una mano" con certeza.
5. Conclusión: dónde trazamos la línea entre lo normal y lo patológico
Las certezas no son conocimientos que se demuestran, sino el suelo sobre el que caminamos para poder hablar, dudar o investigar. Cuando alguien duda de ellas, no solo cambia su pensamiento: se sale del mundo tal como lo compartimos.
Por eso, estas dudas extremas son vistas como patologías: no porque sean falsas, sino porque hacen imposible seguir jugando el juego. Esto nos ayuda a entender cómo, incluso antes de que intervenga la ciencia, ya tenemos una forma social y lingüística de definir la salud mental: basada en lo que podemos o no podemos cuestionar sin perder el sentido.
Referencias: Este artículo está inspirado en el trabajo de Claudio Fabbroni publicado en What can be shown cannot be said, LIT Verlag, 2023.
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