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¿Qué es un experimento mental y por qué importa en la filosofía de la ciencia?



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Los experimentos mentales (o Gedankenexperiment, en alemán) son una herramienta clásica dentro de la filosofía de la ciencia. Aunque el concepto puede sonar muy técnico o abstracto, en realidad se basa en algo que muchas veces hacemos sin darnos cuenta: imaginar una situación para entender mejor un problema o para probar una idea.


¿Cómo funcionan?

Un experimento mental no ocurre en un laboratorio, sino en nuestra mente. Es como si dijéramos: "¿Qué pasaría si...", y a partir de ahí seguimos un razonamiento lógico, paso a paso. No hay tubos de ensayo ni máquinas, solo pensamiento lógico guiado por la imaginación.


Ejemplo cotidiano

Imagina que tienes que decidir si puedes cruzar una calle muy transitada. Antes de hacerlo, observas los coches, imaginas su velocidad y calculas si tienes tiempo para cruzar. Aunque no lo notes, estás haciendo un experimento mental: pruebas una hipótesis sin moverte del lugar, simplemente pensando en lo que podría pasar.


¿De dónde viene este concepto?

El término "experimento mental" se hizo popular en el siglo XX gracias al filósofo y físico Ernst Mach, quien dedicó un capítulo al tema en su obra "Conocimiento y error". Sin embargo, fue el científico danés Hans Christian Ørsted quien usó por primera vez esta expresión en el siglo XIX, proponiendo que reemplazara el término "especulación", muy usado por los filósofos alemanes de la época como Fichte o Schelling.


👉 Diferencia clave: Para Ørsted, los experimentos mentales no eran solo ideas al aire. Tenían que buscar una armonía entre el pensamiento humano y la naturaleza. Es decir, no solo imaginar por imaginar, sino usar la lógica para entender el mundo.


¿Sirven realmente para generar conocimiento?

Esta es una de las grandes preguntas que los filósofos han discutido durante más de un siglo. ¿Podemos obtener conocimiento nuevo solo pensando, sin recurrir a la experiencia?


Aquí entra en juego el concepto de conocimiento a priori (conocimiento que se tiene antes de la experiencia). Algunos pensadores, como Kant, defendían que ciertos conocimientos eran posibles sin experiencia previa. Pero otros, como Paul Feyerabend, advertían que no se debía reducir toda la filosofía de un autor solo a sus comentarios explícitos sobre métodos. A veces, el verdadero valor está en lo que sus obras hacen, no solo en lo que dicen.


Un caso famoso: el experimento mental de Arquímedes

Ernst Mach comienza su análisis histórico con el ejemplo de Arquímedes, quien propuso una regla sobre el funcionamiento del principio de la palanca. Arquímedes razonó que, si dos pesos iguales están a la misma distancia del punto de apoyo, la balanza está equilibrada. Si un peso se aleja, inclina la balanza.


Arquímedes no necesitó construir el dispositivo para llegar a esa conclusión. Usó el pensamiento lógico y la observación. Sin embargo, Mach critica que incluso este razonamiento se basa, aunque sea de forma oculta, en el conocimiento que intenta demostrar. Es decir, el experimento mental ya presupone que entendemos cómo funciona la palanca.


¿Y eso qué nos enseña?

Lo interesante, según Mach, es que incluso cuando un experimento mental "falla", puede ser muy útil. Nos muestra qué conocimientos damos por sentados sin darnos cuenta. Mach llama a esto conocimiento instintivo (algo así como saber sin saber que sabes).


¿Qué es el conocimiento instintivo?

Es ese tipo de conocimiento que no aprendimos en libros ni en la escuela, pero que está presente en nosotros gracias a la experiencia colectiva de la cultura en la que vivimos.


Por ejemplo:

  • Sabemos que si soltamos una taza, va a caer al suelo. No porque hayamos hecho el experimento mil veces, sino porque vivimos en un mundo donde esa experiencia ya está integrada.

  • Cuando vemos una balanza inclinada, "sentimos" que algo está desequilibrado, aunque no sepamos explicar el principio físico detrás.


Eso es el conocimiento instintivo: no es personal, sino algo culturalmente heredado.


¿Por qué esto importa?

Porque los experimentos mentales nos ayudan a hacer visible ese conocimiento oculto, y a veces, incluso nos permiten crear nuevas formas de entender el mundo.


Mach, por ejemplo, muestra cómo ese mismo conocimiento instintivo aparece en otros casos:

  • En el experimento mental de Stevinus, que trata del equilibrio de una cadena sobre una cuña.

  • En las ideas de Galileo sobre el movimiento de los cuerpos en planos inclinados.


En todos estos casos, el razonamiento parte de una idea que ya está presente en nuestra experiencia colectiva, aunque no la hayamos aprendido de forma consciente.


¿Es conocimiento a priori o no?

Aquí las opiniones se dividen. Algunos autores dicen que sí es a priori, porque no depende directamente de la experiencia personal. Otros dicen que no lo es, porque está basado en una forma de experiencia cultural previa.


Lo importante es entender que los experimentos mentales:

  • No son magia, ni reemplazan la observación del mundo real.

  • Tampoco son pura fantasía, porque están guiados por reglas lógicas y conocimiento ya existente.

  • Funcionan como herramientas para pensar de forma más clara y profunda.


Para cerrar...

Cuando te sientas frente a un dilema complicado, cuando imaginas cómo resolver un problema sin actuar físicamente, o cuando analizas consecuencias antes de tomar una decisión… ahí estás usando un experimento mental.


👉 La clave es reconocer qué estás asumiendo y qué quieres descubrir.


En filosofía de la ciencia, los experimentos mentales nos invitan a hacer justamente eso: pensar con claridad, identificar nuestros supuestos y explorar nuevas formas de conocimiento.

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