Si alguien no tenía otra opción, ¿cómo podemos culparlo por lo que hizo?
- Soporte Trazzo
- 13 feb
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La idea de que una persona solo puede ser moralmente responsable de sus acciones si pudo haber hecho otra cosa parece de sentido común. Si alguien no tenía otra opción, ¿cómo podemos culparlo o alabarlo por lo que hizo? Sin embargo, el filósofo Harry Frankfurt desafió este principio con un experimento que ha generado un intenso debate.
El dilema de la doctora Martínez: una decisión sin alternativa
La doctora Ana Martínez es una cirujana de urgencias con años de experiencia. Un día, recibe a un paciente en estado crítico tras un accidente de tráfico. La única opción para intentar salvarlo es una cirugía extremadamente riesgosa. Sin embargo, debido a una rara condición médica del paciente, hay una alta probabilidad de que no sobreviva a la operación.
Ahora, la doctora tiene que decidir:
Operar, asumiendo el alto riesgo de que el paciente fallezca.
No operar, lo que llevaría a la muerte segura del paciente.
La doctora evalúa la situación y, basándose en su experiencia, decide operar. Hace su mejor esfuerzo, pero, lamentablemente, el paciente no sobrevive.
Si analizamos la situación bajo la idea tradicional de la responsabilidad moral, podríamos preguntarnos: ¿es moralmente responsable de la muerte del paciente si nunca tuvo una alternativa real? No operar también habría resultado en la muerte del paciente, así que en ningún caso podía evitar ese desenlace.
Aquí es donde entra el dilema que plantea Frankfurt: ¿es realmente necesario haber tenido otra opción para ser responsable de nuestras decisiones?
El experimento mental de Frankfurt: ¿y si nunca tuviste otra opción?
Para explicar su argumento, Frankfurt nos pide imaginar otra situación: Pedro quiere tomar una decisión importante, como renunciar a su trabajo o seguir en él. Sin que Pedro lo sepa, hay alguien en las sombras, Juan, que tiene la capacidad de manipular su mente si detecta que tomará la decisión equivocada (según los deseos de Juan). Sin embargo, resulta que Pedro, por su propia cuenta, decide seguir en el trabajo. Juan nunca tiene que intervenir.
Aquí está el punto: Pedro tomó la decisión libremente porque lo hizo por su propia voluntad, pero, si hubiera decidido lo contrario, Juan habría intervenido y lo habría obligado a seguir en el trabajo. Así que, en realidad, Pedro nunca tuvo otra opción. A pesar de eso, parece que sigue siendo responsable de su elección.
Este experimento mental desafía la idea de que la libertad y la responsabilidad requieren la posibilidad de haber elegido otra cosa. Frankfurt nos hace preguntarnos: ¿realmente es necesario que siempre podamos elegir otra opción para ser responsables de nuestros actos?
Regresemos al caso de la doctora Martínez. Ella tomó la decisión de operar basándose en su conocimiento y ética médica. No había otra opción viable: no operar significaba la muerte segura del paciente. Aun así, nadie diría que no es responsable de su decisión.
La teoría de los 4C: una respuesta al dilema
Para responder a Frankfurt, la teoría de los 4C del libre albedrío propone que un acto es verdaderamente libre si cumple cuatro condiciones:
No sentirse obligado: La persona no actúa por una compulsión incontrolable.
No estar controlado por otros: No hay una fuerza externa manipulando su decisión.
Reflejar su carácter: La acción proviene de la personalidad y valores del individuo.
Ser racional: La persona puede explicar por qué tomó esa decisión.
Volvamos al caso de Pedro. Si evaluamos su acción con la teoría de los 4C, veremos que:
Pedro no se sintió obligado (1).
No fue controlado por Juan porque Juan nunca intervino (2).
La decisión de quedarse en el trabajo fue un reflejo de sus propias preferencias (3).
Pedro podría explicar racionalmente por qué decidió quedarse (4).
Por lo tanto, según la teoría de los 4C, Pedro actuó libremente. Aunque no podría haber elegido otra opción en un escenario alternativo (porque Juan lo habría forzado), en la realidad concreta en la que tomó su decisión, lo hizo sin coerción. Así, su libertad y responsabilidad moral se mantienen intactas.
Ahora, miremos de nuevo el caso de la doctora Martínez. Su decisión también cumple con los cuatro criterios:
No fue obligada por una compulsión irracional (1).
No hubo una manipulación externa (2).
La decisión de operar reflejaba su carácter y su compromiso con la ética médica (3).
Podía explicar racionalmente por qué optó por la cirugía (4).
Así que, aunque no tenía una alternativa real, su decisión fue libre y sigue siendo moralmente responsable de ella.
¿Qué pasa si la doctora Martínez hubiera cambiado de opinión?
Supongamos que, en el último momento, la doctora decide que no quiere operar. Pero entonces, aparece un superior en el hospital y le ordena operar bajo amenaza de despido. En este caso, la doctora ya no actuaría libremente porque su decisión fue manipulada por una fuerza externa.
Según la teoría de los 4C, su acción ya no cumpliría con el primer criterio (no sentirse obligada) ni con el segundo (no estar controlada por otros), por lo que su decisión no sería completamente libre ni moralmente responsable.
Este análisis sugiere que, aunque Frankfurt nos lleva a cuestionar la relación entre libertad y responsabilidad, su argumento no destruye completamente la idea de que la capacidad de elegir es importante. Simplemente nos obliga a definir con más precisión qué significa ser libre.
¿Qué significa realmente ser libre?
La discusión entre Frankfurt y la teoría de los 4C nos muestra que la libertad no es simplemente "tener opciones", sino que tiene más que ver con la forma en que tomamos nuestras decisiones. Si actuamos según nuestra propia voluntad, sin coacción ni manipulación, entonces somos libres y responsables de nuestros actos, incluso si, en teoría, nunca pudimos haber elegido otra cosa.
La doctora Martínez no tuvo una alternativa real, pero eso no significa que su decisión fuera menos suya. De la misma manera, en muchas situaciones de la vida, nuestra libertad no depende solo de cuántas opciones tenemos, sino de cómo tomamos las decisiones dentro de las opciones que realmente existen.
Así que la próxima vez que tomes una decisión importante, pregúntate: ¿lo estoy haciendo libremente?
Fuente: Alvarez, Maria(2009) 'Actions, thought-experiments and the 'Principle of alternate possibilities'',
Australasian Journal of Philosophy, 87: 1, 61 — 81.
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